Vivo en un país que no es el mio. Crucé la frontera tras hacer un largo viaje, pagué a una mafia mi sitio en una patera, parte de mis compañeros se ahogaron. Vi cuerpos de niños flotando sobre el mar. Me salvó un guardacosta, me dejó en la playa, desde entonces camino de una ciudad a otra. En Madrid, en Barcelona, en Roma, me tiran monedas como si fuera un mono, me agacho a recogerlas, tengo hambre las necesito. Se rien de mí, me humillan, me pegan. Yo soy una víctima con muchos verdugos, sobrevivo.
Ana Tapias
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