Un suspiro para regalarme felicidad, es todo lo que necesito al inicio del
día, cuando todo parece como antes, y, la inutilidad de un virus que me
acosa, que me inunda, que me aborda en cualquier lugar; que me obliga a llorar,
a ser pesimista, a ser una funambulista de mi cuerpo con los de los otros; que
esquivo con educación, con buenas maneras, sabiendo que cualquiera de ellos
puede ser una soga que ahogue mi cuello, y lo convierta en invisible, en
recuerdo, en memoria. Un suspiro de felicidad, que dejo en la balanza de mis
abuelos; donde los gramos, eran decisivos para sobrevivir en la postguerra; mi
postguerra, es encontrar el kilo de sonrisas entre tanto dolor,
Ana Tapias) todos los derechos reservados)©
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