Los charcos tiritan de frio en la madrugada, bajo
el olvido de las ausencias, que lloran el deterioro de la memoria, que se ahoga
en el descuido de quienes no creen que la vida es maravillosa, que las utopías no
se expurgan, que el horizonte no es un abrazo al sentimiento, que todo no es posible
si nos atrevemos a luchar, que el camino no termina secuestrado en un
camposanto, que la felicidad no es una
rutina de la cuenta bancaria, que el amor no se pierde en el mercado de la incertidumbre.
Los charcos son farolas, que encender en nuestros momentos de oscuridad.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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