La mayoría de las personas que nos rodean son invisibles para
nosotros, incluso aquellas de las que presumimos conocer o tal vez amar,
siempre se nos escapa alguna palabra, algún gesto, algún sentimiento que lo
hacen diferente; que lo vuelven auténtico; que lo invitan a no ser parte de
nuestros contornos de la imaginación, adonde llevamos desnuda nuestra soledad,
que se deja querer por el destino que la intenta vestir con abecedarios, que
termina por desobedecer, cubriéndose de
frío, de calor, de lluvia, de nieve para culminar en un charco de ausencias
donde se ahoga sin ser escuchada
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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