Pasé el Covid en la peor etapa, cuando más
muertos hubo en mi ciudad Segovia; cuando nadie iba con mascarilla. Desde
entonces, he perdido el olfato del rostro; he olvidado la memoria de
los gestos; he secuestrado el canto de la esperanza en una mueca; he
silenciado palabras en mi diccionario de supervivencia. Desde entonces, busco dentro de las mascarillas, el espejo de personas, que se encuentran a
salvo de la incertidumbre dentro ellas. Desde entonces, hallo a personas
desdibujadas, desfiguradas, desfragmentadas, por la erosión del dolor, de una
enfermedad, que ha creado seres invisibles, con ojos que lloran en el seno de una
sociedad, que ha tenido que aprender a
respetar la distancia del sufrimiento
© Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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