Caminaba
hacia el trabajo, con la mirada aún enquistada en las pesadillas de
mi almohada, contemplaba el paisaje urbano luchaba por abrir mis pupilas, que
dudaban, entre vivir en dos mundos ,la noche y el día, cada cual más
complejo, más cargado de incertidumbres, más siniestro. Entonces, saqué mi
móvil, de mi aterido abrigo, e hice la fotografía, para no olvidar que había
nevado; pues estaba segura que, con el día, llegaría el deshielo a la monotonía
de los que andan en busca de los sueños. Seguí hacia mi destino, pensando que
el momento siempre es fugaz, que nunca es bien avenido con la eternidad, que
siempre forma parte de la huella de nuestro pasado.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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