En los atrios de las iglesias románicas, yacen
seres anónimos enterrados, acatando así el destino; que no dibuja clases
sociales; que no finge pertenecer a ningún gremio; que no se ancla a la riqueza,
ni a la mendicidad. Bajo el temblor del frio, los esqueletos se deshacen
silenciosos, impecables, impasibles, atrapados dentro del tiempo; que los
desnuda de las tempestades que sufrieron, para convertirlas en lágrimas de
nieve.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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