En el
viejo plato, de mi abuela materna, descansa un despertador que cuenta con cien
años, y unos negativos, que me invitan a investigar quién o quienes se fueron
de mi lado, y quedaron dentro de las instantáneas para no perderse del todo. El
tiempo, como los días de invierno es corto y ajustado a los sentimientos, que a
veces controlamos, y a veces nos controlan, para dejarnos tirados sobre el
suelo, siendo cadáveres colgados dentro de un destino, que nunca es nuestro
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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