El paso de las estaciones, nos sumerge en las pequeñas sensaciones de
cada una de ellas; en el verano, el calor abrumador, no nos invita a acercarnos
a los parques, tan solo si buscamos refugio, debajo de los árboles, o la
bendita agua de las fuentes, para refrescamos del tedio de no dejar de sudar;
cuando el calor enmudece, llega el otoño a nuestras pupilas, que se llenan de
hojas, que acumulan despedidas; entre las que es bueno entrometerse para
dialogar con su olvido, que será el nuestro, cualquier primavera.
Ana Tapias( todos los derechos reservados(
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