Esta
hoja, ha quedado clavada en un árbol, plantado en el jardín de mi infancia, y
la de mis sobrinos. Recorríamos un breve trayecto, cargados con cubos, con
palas, con cacharritos, con coches; que extendíamos por un parque sin muchos
metros, pero los suficientes para crear pequeños paraísos, donde éramos
felices. En la tierra, quedarán las huellas de nuestros sueños; que atrapaban cubos de
agua, de la fuente cercana; que mis sobrinos, hábiles arquitectos,
volcaban sobre la arena, para moldear ciudades, con cimientos de
esperanza; que arrojaban por todo el lugar; que se llenaba, de voces,
diminutas, que golpeaban la inocencia de los árboles centenarios; que a veces,
en los días de viento, susurraban, para ayudar a derribar lo que el paso
de los años, han convertido en un rincón, al que regresar cuando la
nostalgia se apodera de mi memoria.
A Guille, y Santiago, os quiero con locura
Ana Tapias( todos los derechos reservados(©
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