La vida, se suma al adiós, que no cesa, que no deja de caer, que no se
rinde ante nuestros cuerpos deteriorados por la tristeza, que se posa en las
camas de nostalgia; donde agonizamos atados a la esperanza, colgados del tiempo,
vencidos por el dolor; que nos invita a irnos sin mirar atrás; sin
dibujar nubes; sin sentir la brisa del mar, que humedece nuestros
ojos hasta llenarlos de memoria, que inundan las calles de nuestra infancia,
que pueblan los besos de nuestra adolescencia, que caminan en nuestra madurez, para
detenerse delante de nuestra vejez y ser invitados a soñar con el olvido.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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