El atardecer se despide en un último instante, donde el suspiro se entrega al olvido, que lo acompaña hasta la viudez del recuerdo, donde los rostros adoptan formas desencajadas, que suman abecedarios sin voz, que obedecen ordenes sin cabezas, que aplauden a sucesos del destino; que se desvanecen entre rayos que juegan a ser importantes, dentro de los anhelos de quienes rompen sus corazones al otro lado del espejo.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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