A las veinte horas de la tarde, un gato de
color marrón; espera ansioso, angustiado, debilitado, a una mujer mayor, que
camina despacio, cansada, agrietada por los achaques de la edad sobre su cuerpo;
pero nunca deja de acudir a su cita, para ofrecerle alimento; solo come una vez
al día. El gato se precipita sobre la muralla, cuando distingue una figura humana
a lo lejos; llora cuando descubre que no es ella; vuelve para atrás; sigue
soñando con que ella vendrá. Los gatos sin
hogar, permanecen siempre alerta frente a las agresiones, eludiendo amenazas,
sorteando ataques, de aquellos, a quienes molesta su presencia en las calles;
pero siempre hay corazones valientes, como el de M So,, que acarician la soledad,
que gritan al silencio, que susurran al hambre de los gatos, para abrazar a su
necesidad.
Con cariño y admiración a Soledad, una
heroína para los gatos.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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