Una
margarita, pierde el rumbo en medio de la nada; crece en un lugar alejado de
las miradas ajenas; donde nadie posa sus sueños, a no ser que sus ojos derramen
lágrimas, buscando el consuelo de la primavera; que se cuelga de
espacios alejados del sentimiento; donde la decadencia, se abre paso ante el
destino de aquellos, que mañana serán olvido; se abre paso entre la
incertidumbre de aquellos, que mañana serán memoria; se abre paso entre la
pereza de aquellos, que mañana serán cenizas escritas en el viento; que se
enamora de los pétalos que surcan mundos posibles de leer.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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