Esta
bolsa de plástico que madruga, que se deja hacer una fotografía, que posa
ausente de su destino; es la confirmación de la tragedia, que cada día, asoma a
nuestras miradas, descompuestas en nuestros sueños en vigilia por la amenaza constante
de la muerte, que nos hace ateos de la inmortalidad de nuestra memoria, que
naufraga en el desaliento, de saberse olvidada.
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