El olvido evoluciona hacía la despedida, que sutura con la muerte de las personas, que usaron objetos, que envejecen sin cumpleaños. Las tazas, son de mi abuela, Encarna; que vive escondida en la memoria, de aquellos, que la quisimos; que acariciamos sus huellas, con devoción; sabiendo que tuvo que aferrarse, a la supervivencia de la postguerra; que creó espejismos de dolor, en aquellos, que silenciaron sus miedos; que inventó realidades, en aquellos, que callaron su derrota; que dibujó sueños en blanco y negro, en aquellos, que escondieron sus ideas, para sobrevivir. Las tazas, realzan el silencio de unos años, que esconden el sufrimiento, al que le han salidos canas.
© Todos los derechos reservados) Ana Tapias García
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