Estoy a punto de dejar de creer en la navidad; cuando mi madre me pide, una fotografía del árbol de navidad; decorado por ella, y me encuentro con una figura de mi infancia; que me abandona en mi fantasía de la esperanza; que me alza hacía mi fantasía de la inmortalidad; que me estrella contra mi fantasía de la felicidad; pero todo se desvanece cuando crezco, y siento el dolor de la supervivencia, como si fuera una espada clavada en mi sentimiento; que llora cada día en las ausencias, y en las rutinas esperpénticas, a las que hede someterme, sin quejarme; y mi madre, con su dibujo del ayer, me deja querer la navidad de mi infancia; que tal vez, sea mi disfraz del tiempo para besar a la ilusión.
© Todos los derechos reservados) Ana Tapias García
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