Camino
en mi ciudad, envuelta, por el frio del incansable invierno; que me deja aterida de circunstancias; helada
de sueños; acatarrada de nostalgias; y sé que necesito atrapar el paisaje, para
sentir el calor, que me falta y así poder sobrevivir a rutinas, que me son
ajenas y en las que de participar sin suicidar mi ánimo; que se yergue en medio
del destino, donde el paisaje, es un eco
de esperanza, que vuela hasta la felicidad.
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