Madrid es una ciudad de contrastes. Caminé una hora antes de dejar a uno de mis sobrinos en el colegio. Ibamos de camino y le contaba un cuento. El me decia una palabra. Me dijo dos:
Amor y la letra e.
Al llegar al cole, una niña de su clase le besó. ¡ Qué ternura!. Salí a la realidad. Realidad de la Navidad en las esquinas, donde los vagabundos no llevan luces, ni ofrecen regalos. En un banco unos vaqueros yacían abandonados. No sé donde mirar en Madrid.
Ana
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