Ayer hice con mi amiga Nuria un picnic en un centro comercial. Tras hacer " nuestras compras" rodeadas de símbolos navideños. Creo que éste año no comeré turrón, nos sentamos en un refugio, creado por un arquictecto, con una bolsa de patatas fritas y dos cocacolas. Delante nuestra un caballito de madera. A nuestra derecha un coche, no recuerdo la marca, pero debía ser muy caro, todos los hombres lo miraban con admiración y ganas de conducirlo.
Nuria hablaba y yo escuchaba. Fue un rato de felicidad. Un rato cualquiera en una mañana de diciembre.
Ana.
Comida sana, sana, la que hicisteis.
ResponderEliminarMe gustan las patatas fritas.
ResponderEliminarA menudo la felicidad llega así,me alegro de que lo pasarais bien.(Fernando)
ResponderEliminarLo pasamos bien, en medio de la nada y sin nadie, tan solo con nuestras sonrisas.
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