viernes, 7 de diciembre de 2012

Madrugando

Mí ansia de vivir me lleva a madrugar día tras día, no sé cómo ignorar ese ansia. A las 6.30 estoy en pie cómo si fuera mí hora buena, la hora de la soledad donde nada ní nadie es lo que parece.
Con el paso de las horas las palabras de los otros llegarán a mí mente. He decidido olvidarlas, sí no me volverían loca. Sólo presto atención a mis uñas. Ya no lucen la manicura, me gusta las cosas al natural, las cosas sin tamices de engaño. Nunca miento, ni tengo picardia. Soy sincera hasta en mis uñas. El mundo no lo es, sufro cada vez que me quito la manicura.
Ana.

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