Cuando he visto su foto en los periódicos y en la televisíon , un eco del recuerdo se asomado a mi rostro. El rostro de sus rostros. El rostro de sus voces. Su voz en sus rostros. Rostros americanos con voz castellana. La voz era él. Él un hombre sin rostro. Él un hombre dual que repartía frases en duelos en el lejano Oeste. Él un hombre bueno, interpretando al malo que era feo. Él: mi Clint Romero.
Descanse en paz.
Ana.
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