Le ha tocado el turno a nuestro presidente de explicarse. No creo que diga la verdad. Nadie la decimos, inmersos en la droga de lo politicamente correcto que impone la sociedad.
Nuestro presidente se envolverá de palabras imposibles de alcanzar y nos limitaremos a pensar que otra vez nos ha tomado por idiotas. Somos idiotas pero sabemos escuchar. El pueblo escucha a una voz de mujer se llama Inmaculada.
Una ciudadana de Cádiz que necesita una licencia para dar de comer a sus hijas. Trabaja con sus manos. Manos limpias de la verdad. La verdad que todos deberíamos decir a nuestros concejales, cuando les vemos caminar con sus aires de oligarcas por las calles, nuestras calles. La verdad de nuestras vidas que ellos trabajadores a sueldo, nuestro sueldo, ignoran.
Somos idiotas pero aún tenemos voz.
Ana María Tapias Garcia.