En el mundo en el que vivimos es díficil no ser feliz sino estás rodeado de muchas cosas: teléfonos maravillosos con aplicaciones deslumbrantes, el washupp, ropa de marca, zapatos con tacones que agotan a la espalda y todo aquello que denote derroche de dinero.
Mi satisfacción personal no se valora por las cosas que tengo, sino por las que hago. Ayer caminé junto a dos buenas amigas: Alicia y Maria Jesús hasta llegar a un lugar que nos parecía que nunca llegaríamos. Fuimos felices por subir la montaña de la distancia y llegar. Sólo contamos con nuestros pies y nuestras ganas. Olvidando el mundo y sus complicados entramados de satisfacción.
Ana Maria Tapias Garcia.
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