Las palabras de la gente son asímetrícas para los políticos que nunca las escuchan. Ayer escuché en la calle, en la tienda, y en el parque las palabras del pueblo soberano sobre la crisis.
En la tienda donde compro el pan dos chicas jóvenes cajeras, hablaban sobre las declaraciones de la mujer de Bárcenas. Un insulto salió de sus bocas. Un insulto de indignación, condena, ante el robo del dinero. El robo y la impunidad de su marido.
En la calle sentados en una ventana que da entrada a un banco, un grupo de hombres y mujeres que duermen en las calles hablaban sobre sus vidas. Una mujer dijo " que lo peor era pasar hambre".
En el parque la madre de una amiga del colegio, cuya amistad se ha fortalecido por los encuentros en el parque con su hija y mi sobrino. Me decía " que no veía solución a la crisis, y que ella mandaría a Bárcenas y su mujer a un comedor social, para que vieran lo que han hecho al robar". Asentí ante sus palabras.
Las palabras del pueblo siempre son asimétricas para sus gobernantes.
Ana Maria Tapias Garcia
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