domingo, 23 de febrero de 2014

Revolución

Las revoluciones se expanden por las calles con sombras  asesinadas. Sus madres lloran ante el mundo delante de los micrófonos. Sus  hijos yacen en medio de la libertad que anhelaban, siendo victimas de la dictadura del destino. El destino olvida rápido a los que hacen justicia.
Las revoluciones no pueden hacer el trabajo de los parlamentos. La sangre de las palabras,  es la única con la que deberíamos hacer la revolución. No se puede respirar al lado de sombras, que nos miran mientras vamos a trabajar, reclamando su derecho a estar vivas, mientras seguimos caminando.

Ana Maria Tapias Garcia.

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