Caminaba con el Otoño como compañero cuando vi a este hombre mayor, solo, entregado sus recuerdos, feliz. Su vida habrá sido como la de todos: dias de risas, dias de lágrimas. En Santiago de Compostela, Andrea, de doce años, padece una enfermedad degenerativa, irreversible. Cada minuto llora, sus palabras son mudas, invisibles, nunca pudo hablar, gritan" Quiero dejar de sufrir". Sus padres, aniquilados por la tragedia de verla morir, suplican que lo haga con dignidad, no torturada por una máquina.
Andrea es caligrafia de la ausencia desde los ocho meses. Vivió ajena al sol, a la lluvia, a las ampolas, a las estrellas, a los ruiseñores. Vive encarcelada en su cuerpo, ya es hora que sea libre bajo la tierra.
Andrea es caligrafia de la ausencia desde los ocho meses. Vivió ajena al sol, a la lluvia, a las ampolas, a las estrellas, a los ruiseñores. Vive encarcelada en su cuerpo, ya es hora que sea libre bajo la tierra.
A Andrea
Ana Tapias
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