Uno no imagina el poder que encierran las palabras, hasta que no queman su piel, la chamuscan, la abrasan. Estos dias he oido muchas cosas, algunas me han dolido.
"Se te ha olvidado abrir las clases", reia con astucia. LLegaba tarde para que lo hiciera yo, sabía que era trabajadora, lo haría a pesar de llevar dos días, y perderme, en medio de un laberinto de puertas, ella lo ha hecho durante 20 años.
"A tí, solo te interesa Facebook y hacer fotos". Apenas me levantaba de mi puesto de trabajo, atenta a todo, no llamaba por teléfono, no salía a hacer gestiones a media mañana, como hacía él.
Callaba, sufria, lloraba en silencio, tartamudeaba porqués. LLegaba a casa sin apetito. Vocales y consonantes se atragantaban en mi garganta, queria vomitar sus rostros en el váter, para que cayeran a las alcantarillas del olvido.
La gente que roba sonrisas, no debería sobrevivir en la memoria si no perderse en el banco del adiós.
"Se te ha olvidado abrir las clases", reia con astucia. LLegaba tarde para que lo hiciera yo, sabía que era trabajadora, lo haría a pesar de llevar dos días, y perderme, en medio de un laberinto de puertas, ella lo ha hecho durante 20 años.
"A tí, solo te interesa Facebook y hacer fotos". Apenas me levantaba de mi puesto de trabajo, atenta a todo, no llamaba por teléfono, no salía a hacer gestiones a media mañana, como hacía él.
Callaba, sufria, lloraba en silencio, tartamudeaba porqués. LLegaba a casa sin apetito. Vocales y consonantes se atragantaban en mi garganta, queria vomitar sus rostros en el váter, para que cayeran a las alcantarillas del olvido.
La gente que roba sonrisas, no debería sobrevivir en la memoria si no perderse en el banco del adiós.
Ana Tapias
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