Las bombas caen imparables, atronadoras, avasalladoras, en calles, en casas, en hospitales, en fuentes, en alcantarillas. La guerra, obliga a los habitantes a huir en barcos de papel, a olvidar que la sangre los persigue, a soñar que sonreir es posible, a encajar la derrota en silencio, a fingir que tiranos y terroristas son amigos y enemigos, a caminar bajo una lluvia de interrogantes, a idealizar el arco iris. La guerra se cuela por los sumideros de la historia de Siria.
Ana Tapias
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