Camino atiborrada, atenazada, sugestionada por la angustia, desde el viernes. Sé que no hay que tener miedo y esas cosas referentes a la normalidad, que dicen familiares, amigos, enemigos, y los politicos que lanzan ataques aéreros contra Siria, donde los efectos colaterales dejan a muchos inocentes sin vida, pero algo cambiado en el mundo, ya no es seguro. Las balas pueden esconderse en cualquuer rincón, en cualquier atistbo de felicidad, en cualquier acto de cotidianiedad.
Ayer, explicaba a mis dos sobrinos, la forma de actuar si se encontraban con un terrorista disparando. Debían esconderse, si podían, si no correr o hacerse los muertos. No me hicieron mucho caso, pero sentí el deseo de protegerlos, de que no sufrieran pòr una Guerra con combiantes alejados de la empatía, que matan sin pensar, sujetos a la idea de venganza, que Occidente no ha escuchado hasta que se ha visto atacada.
Camino sin la certeza de llegar a mi destinoAyer, explicaba a mis dos sobrinos, la forma de actuar si se encontraban con un terrorista disparando. Debían esconderse, si podían, si no correr o hacerse los muertos. No me hicieron mucho caso, pero sentí el deseo de protegerlos, de que no sufrieran pòr una Guerra con combiantes alejados de la empatía, que matan sin pensar, sujetos a la idea de venganza, que Occidente no ha escuchado hasta que se ha visto atacada.
Ana Tapias.
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