LLevo meses justificando, entre lágrimas, mi huida, mi adiós, mi agónica despedida, a una vieja amiga. Me alejaba de mis otros amigos, me abroncaba si salía con ellos, haciéndome sentir culpable cuando lo hacía.
Ayer la vimos, iba con mi mejor amigo, a quien nunca ha soportado. La paró, la saludó muy simpático. Quería irme, las piernas no me respondían. Me miraba dura, fría, con una mezcla de odio y de asco, apenas podía alzar mi ojos, no merecía ese odio. La saludé por educación. Nos fuimos. Le repetí´a mi amigo, lo mal que lo pasaba al verla, que no hablará de ella delante mía, yo sufria.
Vimos a otros amigos. Les contó"que la habiamos visto". Sentí como si me pegaran cayerá al suelo, y, no me pudiera levantar. LLoraba. Gritaba. Nadie me ayudaba. Era una víctima más.
Ayer la vimos, iba con mi mejor amigo, a quien nunca ha soportado. La paró, la saludó muy simpático. Quería irme, las piernas no me respondían. Me miraba dura, fría, con una mezcla de odio y de asco, apenas podía alzar mi ojos, no merecía ese odio. La saludé por educación. Nos fuimos. Le repetí´a mi amigo, lo mal que lo pasaba al verla, que no hablará de ella delante mía, yo sufria.
Vimos a otros amigos. Les contó"que la habiamos visto". Sentí como si me pegaran cayerá al suelo, y, no me pudiera levantar. LLoraba. Gritaba. Nadie me ayudaba. Era una víctima más.
A Idoia y a Fernando por apoyarme y por creerme
Ana Tapias
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