Llueve sobre mi recuerdo, cuando la veo por la calle de mi ciudad, era la directora, tal vez lo siga siendo, de una"Residencia para estudiantes". Camina, agil, serena, fiel a su cargo. Es de mediana estatura, ojos marrones, gafas de pasta. Me mira. Soy aquella, limpiadora, que fue a su despacho con el informe de mi médico de cabecera, que no leyó, explicando que tenía"Tendinitis".
"A saber qué has hecho al salir de trabajar", me dijo. "Ir a casa", la contesté llorando.""No vales para fregar, ni para barrer", sentenció. Lloraba delante, de ella, que me fustigaba con su crueldad.
Para lograr la baja, tenía que ir a la Mutua, sali de su despacho sin fuerzas, agotada. La noche pasada, había dormido mal por el dolor que sacudía mi cuerpo. Exhausta, entré en la Mutua. Hablé con el administrativo, el médico me vería en breve. Sonó el télefono, lo cogió, habló." Es la directora, no quiere que te vea el médico", dijo sorprendido.
Me fui a la residencia, la hora de trabajar llegaba. No podía irme del trabajo sin la baja. La directora me obligaba a quedarme. Azucena, una de mis compañeras, llevaba dos uniformes, me dejó uno. Mi otra compañera, se pasó a interminable tarde gritando, insultando "Vamos, Ana, que te voy a meter la escoba por el culo", dijo una de las veces. La directora, habló con ella antes de empezar a trabajar. Me sentí atrapada, ahogada, asesinada por dos mujeres.
Al dia siguiente"Renuncié". Fuí víctima, y aún lo soy cada vez que la directora me acosa con sus pupilas.
He escrito esto por mis lágrimas.
Ana Tapias
"A saber qué has hecho al salir de trabajar", me dijo. "Ir a casa", la contesté llorando.""No vales para fregar, ni para barrer", sentenció. Lloraba delante, de ella, que me fustigaba con su crueldad.
Para lograr la baja, tenía que ir a la Mutua, sali de su despacho sin fuerzas, agotada. La noche pasada, había dormido mal por el dolor que sacudía mi cuerpo. Exhausta, entré en la Mutua. Hablé con el administrativo, el médico me vería en breve. Sonó el télefono, lo cogió, habló." Es la directora, no quiere que te vea el médico", dijo sorprendido.
Me fui a la residencia, la hora de trabajar llegaba. No podía irme del trabajo sin la baja. La directora me obligaba a quedarme. Azucena, una de mis compañeras, llevaba dos uniformes, me dejó uno. Mi otra compañera, se pasó a interminable tarde gritando, insultando "Vamos, Ana, que te voy a meter la escoba por el culo", dijo una de las veces. La directora, habló con ella antes de empezar a trabajar. Me sentí atrapada, ahogada, asesinada por dos mujeres.
Al dia siguiente"Renuncié". Fuí víctima, y aún lo soy cada vez que la directora me acosa con sus pupilas.
He escrito esto por mis lágrimas.
Ana Tapias
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