Últimamente la vida me lleva a camas de hospital donde contemplo la agonía. Sus familias los miran incrédulos, inquietos, impacientes. No quieren que mueran. Se aferran a su desnudez, a la que deberían dejar volar. Mi abuela, Encarna, moría con dolor. Los médicos aconsejaron "Morfina". Fue díficil decir"Sí". Amábamos a mi abuela con una maravillosa locura, y no queríamos perderla, pero aquella mujer ya no era ella. La morfina aceleró su muerte. Me ha costado años perdonar a la enfermera que la puso la inyección. Mi abuela tras tres meses horribles descansó en paz.
Y yo me pregunto¿ Sufrir para qué?.
Ana Tapias
Y yo me pregunto¿ Sufrir para qué?.
Ana Tapias
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