Ayer oposité a Auxiliar de Biblioteca para la Nacional. A las 10.30 empezó el llamamiento, a las 11 estábamos todos sentados. Las caras de los opositores fueron tomadas por la angustia que demacraba nuestras facciones, hasta convertirlas en papel deshilachado por la erosión de fracasar. A las 11. 35, nos dieron las preguntas, que debíamos conquistar en dos horas. Las caras asumieron la realidad y se ajustaron a su próposito "Ser los mejores". Atrás dejamos meses de estudio, horas de silencio, minutos de lágrimas camufladas bajo las sábanas, segundos de caricias a palabras pegadas a nuestra memoria, de zanjas abiertas en el ánimo.
Era un examen tipo test, con 100 preguntas, díficiles, agónicas, enrevesadas. No aptas para jugadores de la quiniela. Al terminar, sentí ganas de llorar para exupulsar la tensión acumulada, pero no lo hice, caminé hasta la casa de mi amiga, Idoia, que me invitó a comer.
Ana Tapias
Era un examen tipo test, con 100 preguntas, díficiles, agónicas, enrevesadas. No aptas para jugadores de la quiniela. Al terminar, sentí ganas de llorar para exupulsar la tensión acumulada, pero no lo hice, caminé hasta la casa de mi amiga, Idoia, que me invitó a comer.
Ana Tapias
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