Qué pereza da salir de casa los días grises. El sol, buceador en el paisaje humano, se ha exiliado, harto de asumir que nada, ni nadie, es lo que parece. Algunos, alfabetizan envidia, odio, bajo miradas de ternuras inquietantes; otros, aprenden empatía, amor, generosidad, entre preguntas cuyas respuestas son direcciones con lágrimas. Las nubes, enigmáticas estrellas del revés, no quieren ser pañuelos de la incertidumbre, prefieren vagabundear indiferentes ante la crueldad.
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