Las fiestas de mi ciudad, me llevan a mi infancia: espejo de la infancia de mi abuelo materno; que vivió, en el barrio del Cristo. Contaba, mi abuelo, que en la plaza mayor( entorno a 1920) había barcas, que se balanceaban; instalaban la traca: a mí, me daba mucho miedo. Nos refugiábamos, mi hermana, Encarna, mi abuelo y yo, bajo los soportales. Íbamos, a las Ferias, que nos parecían que estaban lejísimos, de nuestra casa. Recorríamos, con entusiasmo, aquel terreno, mágico de coches de choque, de algodón de azúcar rosa y de peladillas. Nos escondíamos, de los Gigantes y de los Cabezudos, que paseaban a sus anchas por la Calle Real. Observábamos, imantadas a la manos de nuestros padres o abuelos, los fuegos artificiales, que estallaban contra la oscuridad. Hoy, cargada de nostalgia, de lágrimas encubiertas en mi cámara de fotos, de ausencias doblegadas, al paso del tiempo; deslizaré mi mirada hacia los fuegos artificiales soñando con mi infancia.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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