Mi padre, lleva todo el año anclado a la
consulta de ojos; donde hemos esperado más horas de las desearíamos. Esta
mañana, fuimos por urgencias, lo que nos aseguraba horas y horas de estar en
una silla, incomoda, rodeados de otras personas, que quieren ser los primeros,
pero debían soportar el orden de llamada de las enfermeras; a veces, bordes; a
veces, simpáticas; que miran con
desidia, con estupor, con resignación a los pacientes, que nos agolpamos como
si fuéramos un rebaño al que domesticar,
pero siempre hay alguien que te lleva la esperanza; esta vez, fue una niña de unos tres años.
Ojos marrones, cubiertos con gafas rosas. Me mira, llevo mascarilla, no puedo
sonreírla; juega con su madre; con su abuela; con el móvil de su madre que
tiene dos. Soporta bien la espera, pero necesita moverse, siempre con su madre
a su lado. Me he sentado enfrente, y termina por acostumbrarse a mi presencia.
Me interroga con sus ojos enormes. Solo se me ocurre, ladear mi cabeza, consigo
que se ría una vez; voy a por otra sonrisa, pero no lo logro, al quitarme la
mascarilla de un de lado, para que se encuentre con mi tímida sonrisa. Ignora
la verdad que esconde, un rostro cansado como el mío, que esboza una débil sonrisa
para que sea feliz, dentro de un espacio, que se ahoga en las lágrimas de los
supervivientes de un mundo de esperas.
miércoles, 22 de junio de 2022
Espera en la consulta
martes, 21 de junio de 2022
Una amapola, mi sombra y el Acueducto
La amapola se desvanece ante la llegada del verano; mi sombra, una sombra ajena a su pensamiento,
la rodea, la circunda, la acaricia, la protege del adiós que la condenará al
olvido de sus sueños; que vagarán hacia
los arcos del Acueducto; derretidos por el abandono, cubiertos de vegetación,
inmersos en la erosión del agua, que fluye cantando dentro de la memoria de las
viejas fotografías, que importan su relación con la inmortalidad; que mi
sombra, intenta atrapar, para no disolverse en el ayer, para aclarar que fue, para
reivindicar que existió, como algo importante para el sentimiento de un amapola
que abraza la eternidad del Acueducto.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
lunes, 20 de junio de 2022
Los mundos de Guille
Guille, es una persona creativa, audaz,
innovadora, aún es niño, y su fantasía crecerá con él. Desde que lo conozco, y
lo conozco desde siempre; lo recuerdo, dando una sonrisa a la vida, desde sus
manos grandes, expansivas, generosas, que abarcan sueños, que descifran personajes,
que acarician espacios, cautivados por su imaginación, que se lanza,sin miedo, a
la conquista de los corazones de quienes lo escuchan, de quienes lo observan,
de quienes lo encuentran detrás de sus edificios, al lado de sus personajes, escondido junto a
sus mundos; que conviven con la realidad,
ayudados por la armonía de su sensibilidad, que corre paralela a la respiración de una
sociedad, que necesita voces nuevas, que le den esperanza y esa será la conquista
de Guille.
Con todo mi amor a Guille, sigue adelante
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
Martín y su tarjeta de crédito
Hace unos días, volví a coincidir con
Martin en la tienda, regentada por dos hermanos: Mari y Carlos, que llevan a rajatabla
la contabilidad, los pedidos, y los nombres de los clientes, habituales, que
aún confían en su tienda de toda la vida. Martín, estaba pagando. Descubrí que
lo hacía con una tarjeta de crédito, así sus manos ahorrarían movimientos,
buscando dentro del monedero los euros y la sustanciosa calderilla. La espera,
puesto que la siguiente era yo, se me hizo corta. Abrí la puerta a Martín,
vigilé sus pasos, y bajó con acierto el escalón, y se puso a caminar, cruzó por
el paso de peatones, hasta la otra acera; donde se perdió dentro de mi memoria.
martes, 14 de junio de 2022
Luz Divina
Creo que se llama Luz Divina, o tal vez no, nunca
lo sabré, pero ella me dio ese nombre, con el que aparece en mi corazón. La
conocí hace muchos en un parque, donde yo cuidaba a mis sobrinos, y ella,
acudía a sentirse acompañada por las risas de los niños. Mis sobrinos, han crecido y ya no van al parque, así que,
nos saludamos con afecto por la calles. Hace ocho años, era una mujer menuda,
que caminaba sin bastón; sus pasos eran solventes; su mirada rápida, ágil,
sencilla; su voz dulce, tranquila, sosegada. Es creyente, y desde su fe aguanta
todos los dolores que padece. Un cáncer de ovarios, la llenó de cobalto, que la
ha dejado secuelas pues tiene diarrea permanente; se ha caído varias veces, y, tiene
muchos dolores en la espalda. Ayer, la vi, se sentó en un banco, camina con
dificultad, ayudada por un bastón; su rostro, estaba muy demacrado; encontré a
la muerte en él. Luz Divina, necesita abrazar a su dios, quien la rescatará,
del precipicio de sobrevivir, cada día, a su soledad.
La abuela Encarna
La abuela Encarna, nos dejó hace muchos, he
perdido la cuenta, creo que diecinueve, llega un momento que el tiempo no importa,
que el tiempo se detiene, que el tiempo son sus recuerdos que son guardados en
armarios, como sus viejas zapatillas, que duermen junto a mis zapatos para
calmar mis pesadillas; como sus opacos vestidos que bailan junto a vestidos trasparentes;
como su retrato que pintó mi hermana, Encarnita,
y permanece donde se sentaba. Su espacio en el sofá, pertenece a su sonrisa, que
me acompaña en mis silencios, en mis soledades, en mis susurros; donde siempre
la llamo y sé que desde su corazón me contesta con palabras suaves, amables,
tiernas; cargadas, de ese amor, de abuelita, que tanto anhelo en mis lágrimas
de la monotonía; donde verla era un consuelo para mi esperanza, que se recicla
al abrazar la memoria de sus cosas, que vagan por la casa para no borrarse del
todo
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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lunes, 13 de junio de 2022
último suspiro
La despedida tiene un ritmo lento, pausado, silencioso, que se deja querer por el horizonte, que lo abraza para deslizarlo hacía otros lugares; donde anhelan caminar con los sueños en la mirada; con las pesadillas en la noche; con la esperanza en el mañana; que vuelve una y otra vez, desde otros mundos, que cierran persianas, para sentir que la vida respira bajo lágrimas sin bautizar; que la vida se columpia en cada sonrisa; que la vida es un interrogante hacia un adiós, que acaricia las sombras de quienes se atreven a recordar.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
domingo, 12 de junio de 2022
Las manos de Idoia
Estas manos, se cruzaron en mi destino, hace muchos años. En ellas, descubrí a una mujer valiente, libre, sincera, arrebatadora; que no duda en defender sus principios con agresividad; la agresividad que la proporciona la razón, la sensatez, el pensamiento, de sobrevivir, a una sociedad, de seres uniformes, de caras monótonas, de cuerpos disfrazados; que ignoran sus manos gráciles, que tocan, con maestría ,un instrumento, que la ayuda a escuchar el sentimiento, que viaja de soledad en soledad, que se adentra en abecedarios, para hablar, sin miedo, con la verdad; que vuela entre sus dedos, hacia el horizonte; donde abraza a sus amigos, quienes desayunamos, mirando sus manos que cambian mundos
Con todo mi amor, a la que es mi mejor amiga: Idoia
Ana Tapias( todos los derechos reservados) ©
jueves, 9 de junio de 2022
Amapolas y árbol
El momento
es eterno, pensará la amapola, rodeada de otras amapolas, que desconozco si
serán amigas o enemigas confesas, con las cuales ha de intimar a la fuerza,
para sobrevivir a los estragos de la soledad ¡Nadie es considerado inteligente
si habla solo! Por eso, la amapola buscara refugio a su silencio en el árbol,
que la aliviara de ser no como las demás; pues nunca se ha conformado con
mirarse dentro de un espejo y verse igual, ha decidido soñar y para eso debe
pensar. El árbol, agotado de ser inmortal, acaricia a la amapola, la surra, la
canta, la adormece, hasta que llega el día del olvido, donde los pétalos
marchitos, serán pisados por los seres cabizbajos que anhelen volar.
miércoles, 8 de junio de 2022
Amapola y residuo
Siempre me
ha llamado la atención esa frase que dice " A la familia no se la elige, a
los amigos sí"; pues la amapola de la fotografía, debe sentir algo parecido.
Imagino que la hubiera gustado, estar rodeada
de, otras amapolas, que la amaran, la
acariciaran, que la susurrarán; pero, alguien ha tirado una botella de plástico
junto a ella, y debe ser partícipe de la evolución hacia la destrucción; lenta pero
eficaz, que practican los sujetos que nunca han aprendido a valorar a la labor
de las papeleras; los sujetos que disfrutan arrojando desperdicios; los sujetos
que ignoran que los espacios ajardinados, son pequeños paraísos para anclar la
felicidad. Imagino que hubiera anhelado ser bella, atractiva, sensual, pero ha
quedado reducida a ser un esqueleto del consumo de una sociedad que no respeta
ni los sueños de las amapolas.
martes, 7 de junio de 2022
La flor y su soledad
Estaba sentada en un banco de piedra, para que mi cuerpo no agonizará tras una larga caminata, cuando todo me invito a mirarla; estaba sola en medio de un jardín, donde nadie la hablaría; su voz enmudecería ante la falta de sensibilidad para admirar sus consonantes, sus vocales; que formarían un abecedario de aromas, para quienes se detuvieran a sentir su presencia, pequeña, débil, desnuda, de inviernos, de otoños, de veranos; agazapada dentro de la primavera, que se despide lentamente, con miedo de no regresar al año que viene, por ser inapropiada para la monotonía; por ser demasiado cálida; por ser incoherente con el destino, que la anuncia, que la busca, que la necesita dentro del inhumano invierno; donde es una esperanza de encontrar sonrisas en los jardines, que la hace parecer un espejo, donde se refleja la felicidad de nuestros pétalos, que también nos abandonan bajo la lluvia; que usurpa caricias de la inmortalidad, para postrarnos en un jardín de olvidos, donde tal vez el recuerdo nos abrace para sentirnos vivos
lunes, 6 de junio de 2022
Compañero de paseo
A veces, la vida te sumerge en la soledad, nunca buscada, pero necesaria para reconfórtanos en ser lo que queremos ser, y, no lo que otros quieran que seamos. En esas circunstancias, me encuentro desde hace meses. Suelo caminar con tranquilad, con sosiego, con calma, aupada por mi cámara de fotos, mi mejor compañía; cuando cae la tarde, mi dirección sentimental, me deja en los jardines del Alcázar de Segovia, lugar donde siempre me encuentro con el alma de Machado; quien depende del día me saluda o me ignora; sé que sus palabras vagan acariciando los campos de Castilla; donde se pierden con el rumor de las cigüeñas, que van y vienen, en busca de alimento para sus crías, que los esperan agazapados en sus nidos. Al llegar a la verja de los jardines, una señora me dijo que había un pavo “Debe ser el pavo, que siempre intento ver, mientras grita”, pensé. A pesar de mi miedo, a los animales sueltos, le seguí para ver hasta dónde nos llevaba el destino, que siempre es frágil; nuestra unión se trunco al volver a la realidad; donde permaneceremos encarcelados a rutinas aburridas, necesarias, estresantes, pero, de vez en cuando podremos soñar con volver a caminar juntos.
viernes, 3 de junio de 2022
Resquicio de libertad
Estamos acostumbrados a encadenar palabras,
actos, sueños sin miedo; que desconocemos lo que es sobrevivir atados, sujetos,
anclados a dictaduras, donde sino actúas como te obligan, te encarcelan para
torturarte o para asesinarte. Nuestras utopías, son acumulaciones de actos, que
anhelamos, pero que nadie nos roba; pero hay, millones de personas en el
mundo sometidos a líderes que no eligieron; dentro de ideas que no votaron;
dentro de uniformes que no diseñaron; y tal vez, como la amapola de la
fotografía, que está atrapada, algún día el horizonte los pueda abrazar
desde la libertad, pétalo a pétalo, sonrisa a sonrisa, olvido a olvido,
para llegar a volar libres.
jueves, 2 de junio de 2022
Cocinar historias
En mi ciudad, hay muchos edificios abandonados a
su suerte; tal vez, nadie quiera hacerse cargo de ellos, pues no lucen su esplendor;
son muertos enterrados delante de todos; que se descomponen lentamente, y cuyo
olor llega a nuestro sentimiento del pasado, a aquellos que lo tenemos;
mientras que otros, caminan ajustados a sus estresadas rutinas de espejos homogéneos,
donde todos son iguales, o al menos lo intentan, para pasar desapercibidos en
la cadena de la vida. En este edificio yacente, se encontraba un Bar- Restaurante
“Casa Chapete”, que ofrecía asados y comida casera. Está a pocos metros del Acueducto;
creo que lo recuerdo abierto, con actividad, con gente, que imagino tendría
sueños por cumplir y paraba en esta casa de comidas, a reposar, para entregarse
a las delicias de una mano experta en servir alegrías; en conquistar corazones;
en paliar soledades, a través de la buena conversación que propiciaría entre
plato y plato. Hay edificios, como ciertos ,placeres, que nunca deberían perderse.