Siempre me
ha llamado la atención esa frase que dice " A la familia no se la elige, a
los amigos sí"; pues la amapola de la fotografía, debe sentir algo parecido.
Imagino que la hubiera gustado, estar rodeada
de, otras amapolas, que la amaran, la
acariciaran, que la susurrarán; pero, alguien ha tirado una botella de plástico
junto a ella, y debe ser partícipe de la evolución hacia la destrucción; lenta pero
eficaz, que practican los sujetos que nunca han aprendido a valorar a la labor
de las papeleras; los sujetos que disfrutan arrojando desperdicios; los sujetos
que ignoran que los espacios ajardinados, son pequeños paraísos para anclar la
felicidad. Imagino que hubiera anhelado ser bella, atractiva, sensual, pero ha
quedado reducida a ser un esqueleto del consumo de una sociedad que no respeta
ni los sueños de las amapolas.
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