Asisto
en directo, al adiós, a la reina de Inglaterra, a la que están invitados las
casas reales y los jefes de Estado, de casi todos los países del mundo, con los
que el Reino Unido, tiene relaciones. La ceremonia, está cargada de símbolos,
de rezos, de cantos, que elevan, a la reina, a los ángeles de la eternidad; todo
ello, aderezado con vistas a la Abadía de Westminster y primeros planos de la
familia. Siento tristeza por esta vida, que se ha pagado, pero llega un momento
donde nuestro cuerpo solo quiere caminar hacia el olvido, donde nadie nos
empujará a sonreír, ni a llorar, ni a susurrar, tan solo a descansar de un
cuerpo, al que tal vez, nunca quisimos pertenecer. Nunca conoceré el
pensamiento, el sentimiento, la nostalgia, de esta mujer, que no nació para
reinar pero que las circunstancias, la llevaron a hacerlo dentro de un estricto
protocolo, que la condujo a ser seria, firme, estable, consecuente, pacifica,
equilibrada, serena, recatada, sensata, justa, ética, empática, amable, visible,
esquiva, ecuánime, inamovible, responsable, sobria, dentro de una institución
cargada de historia, donde permanecerá siempre Isabel II, adonde la encontraremos
cada vez, que busquemos su figura.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©