Mi madre, se puso a revisar viejas fotografías, y apareció un hombre,
que ella, cree que es su tío-abuelo Froilán Sanz Cristóbal, hermano, de su
abuela materna, Flora Sanz Cristóbal; quien se fue a Chile, a intentar construir
un futuro mejor; lo único que sé, es que nu,nca volvió; así que, intuyo que le
fue bien, que se casó, que tendría hijos; sangre de mi sangre; quienes ignoran mi
existencia y yo la suya. Algo tengo seguro, que mi tio-bisasuelo, era un
hombre con ojos claros y pelo rubio, como mi abuela; de grandes ojos verdes y
pelo rubio; sus hermanos tenían los ojos azules y el pelo claro. Los retratos
de antaño, no hacían justicia con la realidad, que se desvanecía dentro del ojo
de fotógrafo; quien ensimismado, exánime, extasiado, en no perder detalle, en
reflejar la realidad, en sentir la presencia del ser humano, cargado de sueños;
que acudía a su estudio, olvidaba la naturalidad, la sonrisa, la belleza, de
los seres, sin bautizar, que pasados, más de cien años, parecen ajenos a la
vida, envueltos en las nostalgia de un tiempo sin estrategias, con pausas, sin
mentiras; que sacaban a la luz, el alma acuosa,
de aquellos, que debían mandar señales
de prosperidad a su familia. El tío Froilán, nunca adivinaría que su
sobrina-bisnieta, le iba a recordar.
Con amor a la memoria de Froilán Sanz Cristobal, de su sobrina-bisnieta
Ana Tapias(todos los derechos reservados)
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