Cuando cae
la tarde, los últimos rayos nos abrazan, en nuestro devenir de inquietudes, de
dudas, de incertidumbres; últimamente, el sufrimiento nos acompaña con una pandemia sin límites,
con una guerra sin final, con desastres naturales impredecibles, que nos conminan
a ser sujetos pasivos; que se han de conformar con ver llegar la muerte; sin poder gritar, sin saber saltar, sin
adivinar su abecedario, que destroza nuestros sueños; por eso, a veces, es
necesario aferrarse a la esperanza para no desvanecer dentro del olvido
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