En uno, de los cajones de la casa, se esconde un bote pequeño,
que perteneció, a mi tía-abuela, María. En la tapa, se lee" Estuche
para ovillo de hilo para crochet", y cuenta con un circulo pequeño
abierto. En la parte de bajo, viene escrito cómo usarlo".... Para servirse
de este estuche se coloca el ovillo en el mismo con la etiqueta abajo, se
procede a quitar el ovillo de cartón que hay en el interior del ovillo,
doblándolo hacia adentro. Así pierde su forma circular y sale fácilmente. Se
toma luego el cabo del interior del ovillo, se pone por el ojete de la tapa y
cerrada ésta, queda el ovillo en estado de desovillarse, perfectamente hasta el
final."". Me parecen complicadas, las instrucciones, para la España,
casi analfabeta de principios del Siglo XX. Mi tía nació en 1896; ignoro si se
logró hacer con el ovillo y su artilugio; a mí, me hubiera resultado casi
imposible acertar, pero, tal vez, ella, fuera una fuera serie de los ovillos y
sus manos acertaran a la primera, con este jeroglífico de palabras, que son un
eco del pasado; que existió donde la memoria pierde la inocencia; donde las
lágrimas no son contadas; donde la fantasía era en blanco y negro; donde los
suspiros no estaban contaminados; donde el silencio era escuchado; donde la
rutina no tenía despertador; donde los espejos no se maquillaban; donde la
nostalgia era un vela; donde el perdón no se usaba; donde el misterio no necesitaba
de cómplices; donde todo parecía innecesario. El pasado nos acaricia con su
sombra, para enseñarnos que pronto seremos parte de él
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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