Cualquier espacio, es bueno para lo olvido; solo hay que cerrar los ojos, secuestrar la mirada, desdibujar el recuerdo, para encontrarnos a salvo de casi todo menos de nuestras lágrimas; que lloran en silencio, desde un horizonte de soledad; adonde no llega el beso; adonde no se posa la melancolía; adonde no salta la esperanza, que yace escuálida, que agoniza deteriorada, que muere asolada por la tristeza de la vida, que pierde la memoria de los sueños, que abandona la ilusión, que pega a la felicidad, que como si fuera el olvido, nunca vuelve.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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