Leo un periódico atrasado, de esos que acumulo en mi habitación, para poder resistir al frio de la monotonía, que me deja aterida de circunstancias ante las que no me puedo revelar; pero la lectura, me trasporta a otros espacios donde viajo hasta otras realidades, que han de sobrevivir al olvido y para ello, crean asociaciones como "Apadrina una vaca", debido a la desaparición de las vacas lecheras en Teruel; y mi memoria viaja hasta el pueblo de mis abuelos paternos y de mi padre; donde mis abuelos tenían vacas, bautizadas con nombres, que les daban un matiz familiar; pues eran primas carnales de la necesidad; a las que cuidar, para deshacerse del hambre, que llamaba a su hogar, que gritaba en el monte, que saltaba en la España de la postguerra; donde las vacas dormían cerca de sus dueños, que anhelaban, que soñaban, que cantaban, por la llegada de tiempos mejores, y los tiempos mejores, echaron a las vacas de los humildes hogares, por las cuotas marcadas desde Bruselas; que mi abuelo, Saturnino, nunca entendería; pero sus manos de ordeñador, descansarán en el paisaje del recuerdo, de una España en blanco y negro.
Con amor a la memoria de mi querido abuelo Saturnino Tapias de Andrés
Ana Tapias( todos los derecchos reservados(©
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