En una
rotonda, donde los coches no se detienen a soñar, yace un guante olvidado por
su dueño; pasan los días, y sigue en el mismo lugar; descarnado por la lluvia, por el frio, por la
nostalgia de un mundo, con circunstancias, que le abracen; que le conminen a
formar parte de un cuerpo; que le inviten a leer en el abecedario del silencio
de las cosas; donde será un objeto con nombre y con apellidos, que se desdibuje
en el ayer, por un descuido sin perdón
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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