Un
guante perdido en medio de la nevada; se hiela de olvido; que perpetra su
venganza, pues le obliga a perder del sentimiento de pertenencia, a una
persona, que necesitaba su calor, su abrigo, su ternura bajo el frio inhóspito;
pero el guante ya es ayer, y nunca será mañana; donde la sonrisa solitaria, de una mano con dedos que lloran, acariciara al otro
guante para que no se vaya de su memoria.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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