martes, 30 de septiembre de 2014

Caido en desgracia

Pujol no esperaba que su destino fuera oler la hierba. No esperaba comparecer ante el parlamento catalán para clamar" Que es inocente". No esperaba que a pocos años de su muerte fuera tratado como Saddam Hussein, que es lo que me recordaba su estatua en el suelo. Los dictadores se visten de Prada,  pero unos van al parlamento y otros no. El pueblo quiere justicia. El pueblo acaba con ellos en los jardines, su única venganza posible ante el desahucio de sus bolsillos vacíos.
Ana Maria Tapias Garcia. 


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