Las calles de Madrid buscan a un Herodes que arrebata niñas. Los colegios son vigilados. No saben quién es el malo y quién es el bueno. No saben adónde mirar. Los niños van pegados a sus padres. Las calles son observadas por patrullas policiales. Los parques son rasurados, para que Herodes no se acerque y corte infancias. El miedo atasca la circulación. Se lava las manos y actúa impunemente. Carece de rostro. Los niños no tienen nombre, no han de aprenderlo, los padres no tiene amigos. El presupuesto de caricias ha de estar en número rojos en las calles de Madrid
Ana Maria Tapias Garcia.
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