Enfrente de mi mirada, la sierra se yergue desnuda de sentimiento, de sentido. La realidad la hace contemplar las calles, donde se cuelan sonrisas de hombres y de mujeres, que caminan bajo amenazas de guerras, de terroristas, de camisas sucias. Tal vez no tengan dinero para comprar una lavadora, cuya última función será la muerte. La muerte siempre llega, la muerte siempre aparece en el horizonte, su silueta carece de sombra, pero cuenta con sombreros de tres picos.
Mi mirada llora cada amanecer en los picos de una sierra sin lágrimas.
Ana Maria Tapias Garcia.
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