En un parque de Madrid la arena cruje, las miradas se vuelven inquisitivas, nadie se fía de nadie, un delincuente roba niñas, un delincuente nos acosa con su imperturbable maldad. Me cuenta una abuela que hay policías de paisano, eso me tranquiliza, que han puesto cámaras de seguridad, pero tengo miedo ante él. Todos hablan del hombre invisible, que se hace visible cuando actúa. Nadie está a salvo, agarramos a nuestros niños en la arena, les contamos que no hablen a nadie, no hay libertad en un parque de Madrid, sólo interrogantes sobre un hombre alto, que finge llevar barba y conocer los nombres de los niñas, no hay libertad, sólo miedo.
Ana Maria Tapias Garcia
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